Wednesday, July 06, 2011

Guerra de Tronos: Serie vs Libros

Se puede decir que hay dos tipos de seguidores de Game of Thrones (o tres, según se mire): los que siguen o han seguido la primera temporada de esta serie de una forma –por así decirlo- virgen y que no están influenciados por los contenidos del libro y los que bien, ya comenzaron sus andanzas por los Siete Reinos allá por 1996 cuando un tal George R. R. Martin publicó su primer libro o, por otro lado, los (muchos) que a raíz del éxito de este serie de la HBO están intentando por todos los medios hacerse con el primer volumen de Canción de Hielo y Fuego. En definitiva, hablamos sobre los que no han leído el libro y los que sí.

Estos segundos (los que sí tienen relación con el libro) puede que se sientan más o menos identificados al leer estas líneas, ya que trataremos de sacar a la luz e intentar explicar esas diferencias que siempre suelen haber entre adaptaciones cinematográficas y los libros en que se basan (aunque en este caso es para la pequeña pantalla, bien podría haberse estrenado en los mejores cines). Este reportaje va dirigido tanto a aquellos que ya conocemos la historia por el libro como a los que no, para dejarles ver las diferencias (que no quiere decir que sean malas) entre libro y serie.  Juego de Tronos ha ganado la batalla.

LA FÓRMULA DE GEORGE R. R. MARTIN

Juego de Tronos es, posiblemente, la mejor adaptación en cuanto a novela original que hemos visto en muchísimo tiempo. Leyendo el libro nos damos cuenta de las tablas que R. R. Martín tiene en cuanto a realización televisiva. No en vano durante los años ochenta y los primeros de los noventa, Martin trabajó en Hollywood como guionista de varias series de televisión (The Twilight Zone, 1986 y The Beauty and the Beast, 1987) y como editor de la serie de antologías de historia alternativa sobre la Segunda Guerra Mundial, Wild Cards. Ello ha dejado en este autor un profundo sello sobre lo que el público quiere ver (y leer), marcando intensamente su estilo de escritura de un modo, por así decirlo, televisivo.

El las novelas el autor utiliza un técnica que, en vista de los resultados, funciona y muy bien: capítulos cortos (en torno a unas cinco o seis páginas de media por capítulo) en el que se trata la historia desde el punto de vista de un personaje en concreto. ¿Esto qué quiere decir? Pues que durante el capítulo correspondiente a cada protagonista (Bran, Catelyn, Daenerys, Eddard, Jon, Arya, Tyrion y Sansa), veremos el acontecer de los hechos desde sus propios ojos y con sus propios pensamientos, lo que marcará claramente el estilo narrativo en cada capítulo (éste cambiará conforme vivamos los hechos desde la vista de Bran, el mundo visto por los ojos de un niño, o desde Lord Eddard, un curtido señor).

Desde luego, si hay que dejar algo muy claro y tenerlo en cuenta a la hora de enfrentarse a Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos) es: nunca te encariñes con nadie, ni tampoco odies demasiado a ningún personaje. George R. R. Martín no tiene reparo alguno el cargarse a sus personajes, ya sean secundarios o (muy) principales (guiño, guiño).

EL RITMO DE ACCIÓN

No sólo en Juego de Tronos, sino en general el ritmo de la acción es algo muy importante para que no nos aburramos o nos perdamos en la trama. Si se puede criticar de algo a la serie es de un ritmo “algo lento” en algunos capítulos. Hay algunos episodios en los que pasan tantas cosas que no nos da tiempo a reaccionar mientras que en otro apenas se avanza nada. De hecho, el piloto no acababa de dar en el clavo a la hora de reproducir el universo de Westeros, y hasta el primer cliffhanger (escenas que normalmente, al final del capítulo de una teleserie, cómic, película, libro o cualquier obra que se espere que continúe en otra entrega, generan el suspense o el shock necesario para hacer que la audiencia se interese en conocer el resultado o desarrollo en la siguiente entrega), que en el libro era el primer mazazo, parecía algo frío en la serie. Pero poco duró eso, ya que pronto se empezaron a mostrar muchos detalles y la trama se aceleraba.

Hasta esta desaceleración del ritmo en ocasiones tiene su sentido y su explicación: en el libro la cantidad de personajes secundarios duplica a la de la serie, y la retrospectiva es mucho mayor. Al leer podemos detenernos, pensar, releer y asimilar mucho mejor que mientras la acción transcurre en la serie. Si HBO hubiera optado por hacer la disertación que se hace en los libros, muy posiblemente se habría jugado la atención del espectador. Por ello se crea un ritmo mixto, en el que hay partes más lentas necesarias para explicar muchos acontecimientos, para luego dejar paso a elipsis de tiempo muy amplias, que evitan que el espectador se pregunte qué era eso que comentaban y quién era aquel del que hablaban. Juego de Tronos enseña que, si es importante, volverá. Lo que no le dice es si lo hará vivo o muerto.

LA RETROSPECTIVA E INFORMACIÓN PERDIDA

En una narración como la de Canción de Hielo y Fuego donde en numerosas ocasiones los protagonistas sueltan retazos sobre su historia, y no sólo sobre unas décadas atrás (la rebelión encabezada por Robert Baratheon) sino de milenios antes (la conquista por parte de Aegon I, el Conquistador de lo que hoy conocemos como Los Siete Reinos), la historia y la retrospectiva es muy importante para no perdernos.

Si tenemos en cuenta sólo a la serie, habrá ocasiones que no sepamos situarnos, sin saber por qué el rey Robert está donde está, por qué la Casa Lannister se lleva a matar con la Casa Stark, quiénes son y qué hacen Viserys y Daenerys Targaryen perdidos al otro lado del Mar Angosto y por qué se la tienen jurada a Rey Usurpador… Y así multitud de cuestiones más que, por motivos de tiempo en la serie, les ha sido imposible contestar.

No es que sean preguntas tan sumamente importantes que sin ellas no logremos entender todo el argumento de la saga, pero son preguntas sin respuesta en la serie que, a medida que éstas van siendo contestadas en el libro, entendemos mucho mejor la historia en la que nos movemos (y en la que se mueven ellos) y se agradece en gran medida para poder ordenar mentalmente toda la cantidad de información perdida en la serie y que de otra manera tendríamos que haberla intuido nosotros.

Otro claro ejemplo de esta falta de información se ejemplifica con los dothraki, presentados en la serie como unos salvajes sin criterios o escrúpulos. Esto no es así, ya que en el libro se nos presentan como una tribu salvaje, sí, pero con reglas, jerarquías y hasta una casta de guerreros muy cercana a la relación de vasallaje y señor (los Guerreros de Sangre junto al khal). Hasta la relación de Daenerys con Khal Drogo es mucho más intensa que la presentada por HBO.

LOS LOBOS HUARGO PIERDEN PROTAGONISMO

Conocidos como Fantasma, Viento Gris, Nymeria, Verano, Dama y Peludo, los lobos huargo hacen su aparición desde el primer capítulo, y muchos somos los seguidores de los libros quienes los hemos echado muy de menos en la serie.

Obviamente este cambio se ha visto obligado por la necesidad de meter en una serie a un animal mitológico como es el huargo: básicamente es como un lobo, pero del tamaño de un pony, así que han optado por usar huskies siberianos en sustitución.

Además, tal vez por la dificultad de trabajar con animales, su protagonismo se ha reducido al mínimo, ya que en los libros son personajes que crecen junto con su dueño, y de quien se hace reflejo del carácter más básico de éste. Se les coge cariño e incluso son un pilar fundamentar de apoyo para sus dueños (como el caso de Jon Snow y Fantasma).

NIÑOS QUE NO SON NIÑOS

Tal vez, uno de los cambios que más ha debido chocar y más difíciles de encajar a los lectores de la obra habrá sido la edad de varios de los protagonistas. Hablamos, como ya sabéis, de los hijos Stark.

A excepción de los más pequeños (Bran, Arya y Rickon Stark) los encargados de casting se han pasado un poco a la hora de elegir a los actores (que no decimos que actúen mal). Sin embargo, en el libro se nos presentan a unos Robb Stark (Richard Madden) y Jon Snow (Kit Harington) como unos jóvenes de catorce y quince años, lo que intensifica y mucho, su carácter al actuar. Un fallo (aunque menor y aceptable visto el resultado de los actores) es el de poner a un actor de veinticinco años en un papel de un personaje de quince, ya que no se trata de igual manera a un joven de quince años llevando a un ejército de norteños a la batalla que a uno de veinticinco.

Lo mismo ocurre con Daenerys (Emilia Clarke), una joven de catorce años que acaba siendo la primera líder dothraki, una khaleesi por derecho propio.

Lo que sí se ha hecho de manera correcta pero que en la serie no se ha sabido reflejar bien, es el paso del tiempo y el crecimiento de los personajes. Prácticamente vemos como los más jóvenes crecen de una forma exagerada de un capítulo a otro.

En el libro el tiempo pasa muy rápidamente (transcurre casi un año de principio a fin en el libro) y vemos el crecimiento de los personajes. En la serie, marcar el paso de este tiempo es más complicado y, por otro lado, no estamos muy acostumbrados a que transcurra tanto tiempo fílmico (tiempo de la narración) entre los capítulos de cualquier serie. Se puede decir que este cambio lo ha adaptado muy bien, sin embargo el modo de reflejarlo no ha sido el más correcto, ya que no sabemos si en realidad ha pasado un día o varios meses de un episodio al siguiente.

EL SEXO SIEMPRE ES UN RECURSO VÁLIDO

Teniendo en cuenta el canal en el que nos movemos (HBO) no es de extrañar que hayan tildado a Juego de Tronos como una serie no apta para menores de dieciséis años. Prácticamente en cada capítulo hay alguna escena de sexo más bien explícito (que llega a su apogeo en el capítulo siete con la escena lésbica entre dos prostitutas, momento el cual se aprovecha para Petyr Baelish, Meñique, explique la historia de su vida), cosa que en el libro no ocurre. Él es el protagonista pero la escena no es suya. Se la roba el juego sexual que se traen entre manos sus dos acompañantes (momento muy… difícil para los que intentábamos leer los subtítulos).

Vale, puede que haya escenas de sexo en el libro, pero siempre usando un vocabulario más que pudoroso y apenas con un par de líneas de protagonismo.

Es más, hasta tal punto ha llegado el afán de HBO por utilizar el sexo como recurso para ganar audiencia, que han inventado íntegramente a un personaje: una prostituta norteña, pero más bien tiene poco protagonismo más allá de varias escenas en las que ejerce las labores de su oficio.

JUEGO DE TRONOS: O GANAS O MUERES

HBO se ha tomado al pie de la letra la regla del juego de tronos. Había multitud de formas de perder (como estamos acostumbrados por la multitud de adaptaciones de novelas que acaban en desastre), pero ha encontrado la forma de ganar. Pese a algunos pequeños cambios y omisiones de información (lógico por otra parte dato que el tiempo de la serie no da para más) es una gran adaptación digna de admiración.

Agarraos fuerte por lo que queda por venir (los que hayan leído los demás libros entienden el por qué) ya que los que saben lo que pasa puede que tengan tantas ganas o más que los que no. Por algo será.

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